26 julio, 2024

A ‘Cabezón’ no lo dejaron cumplir años

Audiel Enrique Isidro Arredondo, alias ‘Cabezón’, era el presunto amo y señor del expendido y consumo de estupefacientes en Santo Domingo, específicamente en los sectores conocidos como La Tomatera y La Curva Pelelojo. Justo dentro del imperio de criminalidad que forjó durante casi media vida, terminó asesinado ayer, con impactos de arma de fuego que le propinó un sujeto por la espalda.

Arredondo estaba en compañía de uno de sus familiares, a las 2:30 de la tarde, en la calle 25 con calle 9, arreglando una volqueta, cuando de repente, por las escaleras cercanas de la vivienda donde él frecuentaba, bajó un sujeto con quien conversó por varios segundos.

Al parecer, en un desacuerdo, ‘Cabezón’ quiso regresar a su tarea de mecánico, pero el sujeto desenfundó un arma y le disparó cuatro veces a la cabeza y cinco tiros más en diferentes partes del cuerpo. Luego huyó por donde llegó.

Los familiares y amigos corrieron a auxiliar a su ser querido, pero se desangró en su presencia. 

Minutos después, a la central de radio de la Policía Metropolitana de Cúcuta fue informado el hecho y cuando los policías quisieron llegar a custodiar la escena del crimen no les permitieron ingresar, sino que lanzaban piedras en contra de ellos.
 

Su vida criminal
De estar vivo, Arredondo cumpliría hoy sus 42 años. Este cucuteño salió de la cárcel señalado como el responsable del homicidio de Eduar Adrián Parra Ceballos, ocurrido en febrero del 2013, en el barrio Alfonso López.

Sin embargo, este hombre no llevaba mucho de estar libre cuando se conoció que era buscado por el asesinato de Camilo Alexis Gélvez, ocurrido 28 de abril del 2020 en Cuberos Niño.  Además, tenía órdenes de captura por tentativa de homicidio y porte ilegal de armas de fuego.

Pero, cada que las autoridades querían capturarlo no lograban hacerlo debido a que tenía gente por todo ese sector y cuando veían un movimiento extraño, de inmediato le avisaban y corría a esconderse en la parte más alta, escabulléndose entre las callejuelas.

La Opinión

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